Croquetas…

Esta se la dedico a mis sobrinas Daniela y Olivia, que son devoradoras de croquetas y a mi hermana Marta que se debe convertir en una maestra croquetera. Aquí empieza lo bueno, mis croquetas… ciertamente creo que este plato me lo invento cada vez que lo hago.
Porque nunca lo hago igual pero siempre están buenísimas.
A mí eso de hacer croquetas con el pollo o pavo del puchero no me gusta nada. Ya que se supone que al hervirlo se le ha sacado ya todo el jugo. Pero… hay gente pa tó.

300 gramos de pollo cocinado, suelo guardar restos en el congelador de cuando lo hago al horno o guisado
6 cucharadas de harina
Una bola de mantequilla; el equivalente a una cuchara sopera
Aceite un chorrito
Un litro de leche caliente
Nuez moscada
Sal
Avecrem
Pimienta

En una sartén antiadherente la mantequilla y el aceite, a fuego suave, hasta que se derrita la mantequilla, añadimos la cebolla, movemos bien, y dejamos sofreír, todo el rato con el fuego al mínimo, hasta que esté bien transparente, sin dejar que se dore. Cuando esté la cebolla hecha, añadimos la harina y mezclamos todo bien. (Quizá haga falta en este momento añadir un poco de aceite). Tiene que quedar una especie de pasta espesa.

Dejamos esta masa hacerse, a fuego bajo, durante unos 5 minutos, moviendo todo el rato con las varilla, de manera que aunque cogerá algo de color dorado no llegue a tostarse. Esto se hace para que se cocine la harina y pierda el sabor a harina cruda. Ahora viene lo más complicado. Hay que añadir la leche caliente para hacer la bechamel. Lo malo es que al echarla, la masa espesa inmediatamente y es cuando se hacen los grumos. Si no conseguimos que se deshagan los grumos a base de mover con las varillas, lo mejor es pasarlo por la minipimer. Mano de santo.





Cuando ya tengamos una crema sin grumos, volvemos a poner al fuego, y seguimos añadiendo leche, poco a poco, hay que dejar que cueza a fuego muy lento para que vaya espesando. Cuando la bechamel esté bien espesa, añadimos el pollo (o lo que vayamos a poner) bien picado y mezclamos bien.

Hay que tener cuidado con la leche y añadirla poco a poco, según vaya espesando la bechamel y según lo espesa que la queramos. Yo siempre paso la minipimer en este punto, para que no se queden trocitos en las croquetas.
Al final la masa tiene que ser como un puré espeso, que se despegue de las paredes de la sartén. Lo apartamos del fuego y dejamos enfriar un rato.

Aquí entra mi amiga Laura, que me ha regalado un accesorio de cocina para hacer croquetas, es como una manga pastelera con boca ancha, hace un “churro” largo con la masa sobre el mármol de la cocina, y corta las croquetas con un cuchillo. 

Cuando la masa está frita las paso sólo por huevo y pan rallado, y se fríen con cariño.


 
 

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